Dándole otra oportunidad al Amor
Nunca desperté, pues no había dormido. No desayuné. Solo me quedé acostado en mi cama, con la vista fija en el techo y con la imagen del beso de la noche pasada grabada en mi mente. Esos momentos fueron horribles y escalofriantes, ya que sentía una traición del destino en mi alma.
Salí a caminar para poder despejar mi mente de esos recuerdos tan desagradables, pero no pude. Caminé y caminé. No sé por cuánto tiempo, pero simplemente me deje llevar por la delicada brisa del aire. Llegué a un lugar donde había mucha vegetación. Me tiré al pasto y me quede viendo el cielo durante horas. No podía sacar de mi mente esa escena tan dolorosa y repentina que había vivido un día antes. Conté nubes, conté cielos, pero ni aun así pude sacar eso de mi cabeza… En mis perdidos pensamientos, de repente, escuché una voz…
-¡Hola!-
Pero no le hice caso alguno.
-¿Estás bien?-
Fue cuando me percaté de que pertenecía a la voz de una dama. Entonces reintegré la mirada y me lleve la sorpresa de que la voz era de aquella mujer. Tragué saliva.
Por algún extraño motivo termine en ese parque, pero tanto era mi padecimiento, que no me percaté de ello, y menos aún de que fui a parar al lugar de lectura de esa mujer. Quedé petrificado durante unos segundos.
-¿Te encuentras bien?- preguntó
En ese momento pude recuperar mi voz…
-Este… si…-
-Pareciera que estuvieras enfermo-
-Se podría decir… que algo así- respondí tartamudeando
Ella me miró y a los pocos segundos me sonrió.
-¡Eh!- Exclamó – ¡Yo te he visto en alguna parte!-
Entonces me sorprendí y no pude responder algo más que con una mirada llena de dudas.
-¡Sí! ¡Yo te he visto en alguna parte!-
-¿A si? ¿Se podría saber en dónde?- respondí
Ella pensó durante un minuto, y después dio un brinco.
-¡Ahora lo recuerdo! ¡Tú vienes todos los días a este parque! ¡Te sientas en aquella banca de haya! ¿No es así?- preguntó señalando mi lugar preferido de descanso
-Así es…- respondí sin saber que más decir
-¡Grandioso! Bueno, antes que nada, mi nombre es Alejandra-
Yo, sin saber que más expresar, me levanté tímidamente y con las mejillas sonrojadas.
-Encantado Alejandra…-
-¿Y cuál es tu nombre?- preguntó
-Javier…- dije temerosamente
-Bien Javier, pareces algo nervioso, ¿Pasa algo?-
-Tal vez…-
-Pues puedes contármelo, ya que soy una persona completamente fiable, así que anda, vamos, tal vez el hablarlo te ayude a pasar ese mal momento- exclamó felizmente
En ese momento supe que las palabras que salían de sus labios estaban llenas de sinceridad, esa alegría y humildad que destellaba de su ser, se daba a reflejar en sus ojos. Esto me dió a entender que enfrente de mí tenía a la mejor “amiga” que pudiera encontrar.
Pense por unos segundos. Su sinceridad y su sonrisa me invadieron, asi pues, no pude negarme a contarle mi historia, los motivos del por que me encontraba asi, tirado en medio de un parque, pero claro, cuidando los detalles, pues, ¿Qué pensaría de mi si se enterara de todo? No le podía decir que ella era la protagonista de mi cuento. Lo cierto, es que era una estupidez, pero mi corazón estaba seguro de toda esta situación.
Poco a poco empezó a atardecer y ella me consoló y me animo de todos estos desastres que me habían pasado, pero, vaya que funcionó, ya que nunca pensé que su compañía me animara tanto y me ayudara a deshacerme de esta melancolía prácticamente provocada por ella, o más bien, por lo que sentía por ella…
No hay comentarios:
Publicar un comentario