lunes, 10 de enero de 2011

El Amor No Basta - Capitulo VII


Conociendo el Amor

Pasaron muchas semanas desde aquel día. Alejandra y yo nos hicimos muy amigos, ya que nos veíamos a diario en el parque. Ella iba a ese lugar por afición, mientras que yo solo iba por ella, para poder verla sonreír una vez más día con día.
En solo estas semanas, tuvimos para conocernos de pies a cabeza, ya que teníamos muchos gustos parecidos, pero el más importante, era la afición por la lectura.

Los dos habíamos leído centenares de libros en esta infame vida, pero lo mejor de todo, es que eran exactamente los mismos para ambos, a excepción de dos. Uno que ella se encontraba leyendo en estos momentos, el cual era aquel libro titulado “Pasión en las Sombras”. El otro era el que yo había escrito, que por cierto, estaba a punto de terminar…

Lo cierto era que en mi interior, me daba pena preguntar por el autor de ese libro, ya que tal vez, para mi desgracia, Alejandra pensaría que era un poco ignorante respecto a titulos, autores y sus respectibas obras, además, nunca habíamos tocado el tema de estos dos libros…

Poco a poco tomamos cariño el uno del otro, claro está que en mis intenciones era llegar a una relación más estrecha, pero por otra parte, estaba la pareja sentimental de Alejandra. Además, tampoco habíamos tocado el tema de aquel “sujeto”, ya que solo de pensar en aquel hombre, me daba un tremenda envidia, y me daría una rabia inmensa el enterarme del nombre de aquel ser…

Pasó el tiempo, y nuestra relación alcanzó un punto más, ya que empezamos a salir a otras partes. Recuerdo que la primera vez que salimos de ese parque fue para comprar un helado, que por cierto, Alejandra adoraba con todas sus fuerzas. ¿Y de que la culpo? ¿Acaso no el helado nos gusta a todos? Pero, al contrario de todas las demás personas, ella, tenía una cierta “adicción” por ese postre, ya que en todos los helados que comimos juntos, ella disfrutaba cucharada a cucharada su sabor, mientras que yo, me deleitaba, no con mi helado, sino con su expresión de felicidad al probar una a una esas cucharadas de su helado favorito, que por cierto, nunca me enteré de su sabor preferido, ya que siempre pedía uno distinto…

Después, empezamos a ir al cine. Recuerdo mi primera cita con ella a este. Para ser sincero, no recuerdo que película vimos, ya que me distraje toda la función con su delicada sonrisa y su linda mirada. Ella, al contrario, miró la película atentamente, ya que al fin de cuentas ella había elegido la función, y no la culpo de esa ocasión, ya que unas cuantas semanas después, vimos una de mis películas favoritas, en la cual solo retuve mi mirada en la pantalla… excepto en una parte… una escena muy especial llena de sentimientos tan profundos entre los protagonistas, y tanta fue la profundidad de esta, que no pudieron evitar que volteara a ver a ese ser que estaba a mi lado…

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