Cuando Se Retiene Al Amor
Aquella tarde, me encontraba en la ciudad junto con Alejandra. Tuvimos una cita como las anteriores y platicamos sobre nuestros intereses comunes.
-¿Qué te parece Mozart?-
-Muy buen compositor- respondí
-Para serte franca, es mi autor favorito de música clásica-
-El mío también- exclamé no por ser presumido ni para poder tener otra cosa en común, sino porque era verdad. Desde que era un niño, siempre me fascinaron las obras musicales de Wolfang Amadeus Mozart…
Platicamos una tarde completa… ¡Que digo una tarde! ¡Decenas de tardes completas! Todos los días, todas las tardes y toda una vida…
El tiempo pasó demasiado rápido para mi, y cuando me había dado cuenta, corría Noviembre… esto me hizo pensar en lo tanto que habíamos pasado juntos y demás…
-Nueve meses…- pensé
Y fue así… llegué a mi casa y miré el calendario.
-¡Nueve meses!-
Entonces me acosté en mi cama y miré el techo detenidamente, en el cual se encontraban un centenar de fotos.
Las miré y sonría aun mas con cada una, pues todas estas tenían algo en común, tenían a Alejandra en ellas, ya sea ella sola o acompañada por mí.
Todas y cada una eran de cada día que pase junto a ella, la mayoría, con un helado, pues casi todos los días íbamos a por un helado.
Fue entonces que una de ellas me llamo la atención. Me pare sobre mi cama y tomé la foto. Me senté en el escritorio y la miré detenidamente.
Me di cuenta que en ella, como en unas decenas más, nos encontrábamos los dos abrazados comiendo un helado. Pero lo que me llamó la atención fue el hombre que se encontraba a nuestras espaldas. En ese momento mi mente me hizo recordar que en alguna parte había visto a esa persona, pero desgraciadamente no recordaba de donde o cuando le había visto.
No le tomé más importancia, deje la foto en el escritorio y fui a dormir.
Al día siguiente, en la madrugada aún, tome un baño y me hice el desayuno más exquisito que yo mismo me pude haber preparado hasta ese entonces, pues daba la casualidad, que desde hace mucho tiempo había días que probaba desayunos que eran una delicia para mi, pues estaban preparados por las manos de aquella mujer, Alejandra, la cual tenía un don en el arte culinario…
Al terminar, salí de mi casa y me dirigí a casa de Alejandra, a darle una sorpresa…
Al llegar, toque a la puerta. Silencio…
Ella siempre dejaba una llave en la maceta de al lado, la cual tomé y use para entrar. No era la primera vez que lo hacía, pero si la ultima…
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