martes, 4 de noviembre de 2014

Último Paseo

Y me encontraba ahí, recorriendo una vez más uno de esos ríos a los que mi mente le gusta recrear de vez en cuando, pero ahora todo era distinto. En primer lugar, porque el río era tranquilo, la corriente era suave, y la profundidad era poca. En segundo lugar, y lo más importante, me encontraba con ella, la mujer de la cual vivía enamorada en ese entonces.

Caminábamos en búsqueda de lo incierto, siguiendo el río a contracorriente y curiosos de que podíamos hallar al final. Los ríos son muy largos, en el fondo sabía (como siempre) que no llegaríamos a terminar de recorrerlo completamente, pero ahí estábamos, alentándonos y sonriendo, tomados de la mano.

El agua nos llegaba a la espinilla, como mencioné, no era tan profundo. Como lo pensarán, efectivamente, caminábamos dentro del río. Nuestros pies llenos de agua, pero con una frescura incomparable. A nuestro alrededor, un bosque no tan espeso. Libre de arboles en algunas partes.

Le propuse salir del agua, para no estar mojados todo el tiempo, era agradable caminar dentro del río, pero también quería hacerlo por fuera, a la orilla, evitando esa precaución de ver por donde pisabas, aunque el peligro fuera mínimo realmente. Era una pequeña carga menos.

Salimos y seguimos nuestro camino. No decíamos mucho. Solo sonreímos, suspirábamos y nos apretábamos la mano fuertemente el uno al otro. En cierto momento, nos encontrábamos con una parte del río la cual era una especie de lago, muy grande. Mire a los orillas y me percaté de su dimensión. Para seguir el camino que el río dibujaba, teníamos solo dos opciones: Una, rodear aquel lago por la orilla, lo cual sería tardado a decir por la dimensión del mismo y el terreno irregular. Dos, meternos y caminar dentro del agua, avanzando por el centro y así reduciendo el camino y el tiempo que haríamos. Nos detuvimos un momento…

“La mejor opción es ir por en medio del lago” pensé. Miré sus ojos y pude ver que concordábamos con esto, sin embargo, yo estaba inseguro de tomar esa opción. Expresé mi preocupación. A pesar de que el río era poco profundo, tenía miedo de que el lago en alguna parte no lo fuera, a lo que agregaba mi falta de habilidad a la hora de nadar. Di un paso atrás. Ella me tomó de la mano y me hizo saber que no pasaba nada. Que podíamos intentarlo, ella, por lo que veía, me aseguraba que el nivel del lago no eran tan profundo, que tal vez a lo mucho me llegaría al pecho o a los hombros, y de no ser así en algún punto, podríamos salirnos y seguir nuestro camino por la orilla.

*Pensamiento externo*
¿Qué significaba realmente seguir nuestro camino por la orilla?


Accedí a intentarlo. Dimos unos pasos cuando nos percatamos de esa gran estructura. Una especie de base. La base de una pirámide hecha de arena. No era tan grande, pero tampoco diminuta. Tal vez tenía unos diez metros de distancia de cada lado. La altura no era mucha, tal vez un metro o un poco más. A pesar de estar hecha de arena, era sólida, como esa arena húmeda la cual es un poco difícil de “romper” si es bien colocada. Por mi mente me pasó un sentimiento de nostalgia, pues dicha estructura me resultó muy familiar. Pensé por unos segundos y recordé que la misma había sido hecha por mi tiempo atrás, solo que un modelo a escala pequeña. Había hecho algunas otras (de hecho, nunca he sido bueno para construir cosas en la arena), pero por mi mente pasaba esa pregunta… ¿Por qué esa estructura? ¿Qué hacía ahí?

Pasaron unos instantes y ella se recargó en la misma, la cual le llegaba a la cintura aproximadamente, o al menos el primer nivel que servía como base. Me acerqué a ella y la abracé, para después fundirnos en aquel beso… que tal vez sería el último. Todo se aclaró en mi mente y el tiempo se detuvo eternamente… No hubo más después de eso.