lunes, 7 de enero de 2013

Juego de Supervivencia

Todos estábamos reunidos ahí. La mayoría no los conocía, pero muchos otros eran compañeros míos de la preparatoria, en la Fundación Mier y Pesado. No sabía exactamente para que estábamos reunidos ahí, pero era un evento a lo grande, mi memoria me fallaba en ese instante. Nos quedamos a dormir esa noche en ese lugar, que parecían instalaciones y demás edificios dentro de una gran área abandonada.

Al otro día, caminé explorando el lugar, al menos el recinto principal y sus alrededores  Las instalaciones se me hacían familiares de alguna manera, sin embargo, no lograba recordar de donde. Algo dentro de mí lo relacionaba con mi antigua escuela y retiros que alguna vez en mi niñez hice. No tanto las edificaciones, pues no eran las mismas, pero eran peculiarmente parecidas, al igual que los entornos y vegetación, el amueblado y los jardines. ¿La Salle?

Me encontré con un deposito de comida, el cual al principio pensé que era una tienda o algo por el estilo, ustedes saben, de las que te encuentras en cada esquina, las famosas Misceláneas. Entré a lugar, el cual para mi sorpresa, estaba de lo mejor surtido posible. Tenían de todo tipo de alimentos, frituras, bebidas y demás, si necesitaras un lugar donde abastecerte por gran tiempo, ese sería un lugar indicado. En ese momento, entró una persona, a lo cual yo salí del lugar sin regresar el saludo que me había dirigido.

Nos reunimos todos en el patio central, eramos una gran cantidad de gente. El director del lugar dio la bienvenida a todos, agradeciéndonos el haber asistido. Era una persona de baja estatura, con traje y bien arreglado, de piel morena y algo gracioso. Dicha persona se me hacía familiar, la había visto en alguna parte, pero no recordaba donde, al menos no en ese momento. Entonces las instrucciones empezaron. La competencia empezaría al día siguiente, la cual consistiría en un grupo de pruebas de velocidad entre otras cosas. Los equipos se conformarían de 3 personas cada uno. Estas no eran obligatorias, solo eran una introducción a la prueba real, como de igual forma sería una manera de reforzar lazos y conocer a los demás equipos, así como a los integrantes del tuyo. Al terminar estas, los que quisieran retirarse del lugar podían hacerlo, así como los que quisieran integrarse para la verdadera prueba, podían hacerlo.

Después de eso, daría inicio la siguiente prueba. Esta consistía en un juego de supervivencia. Los equipos estarían juntos, repartidos por el lugar (el cual era un área demasiado extensa). Este tendría una duración de 3 meses. No podíamos salir de dicho lugar, el cual quedaría vacío empezando dicha prueba, sin embargo, nos estarían vigilando desde cámaras de seguridad entre otras cosas todo ese tiempo. Los equipos eran libres de salirse de la competencia en cualquier momento de los 3 meses, lo cual los descalificaría automáticamente. Alrededor de aquella "gran y pequeña manzana" habría objetos y demás cosas ocultas las cuales nos podrían ayudar en nuestra "aventura". El último equipo en pie al finalizar dichos 3 meses sería el ganador. Algo no me cuadraba en esas reglas. ¿Último equipo en pie? ¿Y qué si hay mas de uno al final? Aún así, no le dí tanta importancia a eso en ese momento, y una fuga de adrenalina recorrió mi cuerpo en ese instante. Se me hacía emocionante dicha prueba, sin embargo, no estaba convencido completamente.

Llegó el otro día. No recuerdo quienes eran mi equipo, pero en ese momento, no quise participar en las primeras pruebas, de igual manera, en la principal. Algo dentro de mí me impedía participar en estás, tal vez flojera, tal vez miedo a no poder hacerlas bien. La verdad que no sabía exactamente el por qué. Me quedé a ver las primeras competencias. Algunos conocidos ganaban, mientras otros no resaltaban. No había nadie de mis mejores amigos, o por lo menos no a la vista. Ni si quiera me había enterado si mi equipo asignado había o no participado. Nunca los vi competir, y ahora que lo pienso, ni recuerdo sus nombres o rostros.

Al finalizar las pruebas, la gente se dirigió una vez al patio central, donde varios se juntaban con sus familias o compañeros, ya fuera de equipo o no, mientras algunos otros salían del lugar o se apuntaban para la siguiente prueba. Yo corrí en busca de mi familia, creo que algo dentro de mí se apoderó de esa sensación de adrenalina y aventura, y me había decidido al participar en la prueba verdadera de todo ese evento. No asistiría a la escuela al menos durante los próximos 2 meses tal vez, pues para nada era mi objetivo rendirme en los primeros días de dicho "juego". De igual manera buscaba a mi equipo, sin éxito alguno. Seguía sin poder recordar sus nombres y rostros... y después de todo en mi cabeza se encontraba la idea de que los necesitaba para poder participar. Después de algunos minutos corriendo y buscando entre todos esos edificios, bajé unas escaleras que pasaban por debajo de un camino peatonal, y me encontré perdido. Miré a mis alrededores. Soledad, ese sentimiento se apoderó de mí. No había nadie más en ese lugar. Entonces imaginé ese lugar de noche... sentí un poco de miedo. Recuerdo que antes, mi amigo Carlos me había comentado lo peligroso que era esa zona en específico (las afueras de las instalaciones principales del lugar) por la noche. Fue entonces que corrí por donde vine, subí de nuevo esas escaleras y tomé un camino que había al lado de ellas. Corrí por un momento y encontré otras escaleras iguales a las anteriores, las subí, y me encontré a las afueras del patio principal, donde toda la gente se reunía.

Caminé a donde la gente se registraba para el juego principal. Llegué y argumenté que quería participar, pero que no encontraba a mi equipo, y es más, ni siquiera tenía la mas remota idea de quienes eran. La persona encargada me dijo que no había ningún problema, que me asignarían un nuevo equipo de ser que me registrara. Asentí con la cabeza, diciéndoles que por mí estaba bien. Empezaron a darme papeles y papeles que nadie leía por la cantidad de hojas que eran, a todos los firmaban y yo hice lo mismo. Solo por el gusto de hacer saber a los demás que me informaba de estos, los hojeaba y leía pequeños fragmentos de estos. En una de esas hojas leí claramente que los organizadores no se hacían responsables de daños físicos a los participantes, a lo cual no presté mucho atención. Seguí firmando y leyendo hojas. Leí otra parte donde decía que los organizadores no se hacían responsables de la muerte de los participantes, así como gastos o demás que podría generar la misma. Recordé los papeles que firmé cuando me lancé de paracaídas, los cuales decían lo mismo entre otras cosas. Pensé que eso era una exageración, y por algo también, si uno a medio evento no se sentía capaz de seguir, podías abandonar el juego en cualquier momento. No le encontré problema a dichas lineas textuales, sin embargo, me dejaron pensando un momento. Terminé de firmar las hojas y me pidieron que esperara unos momentos. En ese instante, vi como todos los participantes empezaron a empacar comida o demás en sus mochilas. Para mi desgracia, mi familia ya se había ido y no encontraba a ningún conocido para pedir ayuda. En ese instante recordé el pequeño almacén de comida y demás que había visitado un día antes. Tomé mi mochila y fui corriendo a él.

Al llegar, para mi desgracia, me encontré con un hecho sorprenderte  El lugar estaba inundado, y más de la mitad del contenido de este había quedado sumergido. Vi a un par de personas buscando algo que fuera de utilidad cerca de la entrada. Yo no tuve mas remedio que meterme en el agua, la cual me llegaba hasta el pecho y camine en busca de alimentos o algo. Tomé papel higiénico y para mi suerte, encontré un trozo de jamón, el cual metí rápidamente a mi mochila sin que las otras personas se dieran cuenta. Salí del lugar y me quité los tenis, quitándoles el exceso de agua que tenían. Poco después, regresé al patio principal. Ahí pregunté por mi registro, y me presentaron a mi nuevo equipo. Para mi sorpresa, eran 2 señoritas conocidas. La primera, y la que me sacó una sonrisa, era Lucía Rojo, una de mis mejores amigas y confidente en varias cosas. La otra, Luz Angulo, una amiga, que mas que esto era solo conocida, pues nuestra relación solo se basaba en el día que nos habíamos conocido y un par de pláticas por Internet. Las dos eran mujeres muy lindas y de igual forma, muy agradables. Esto me agradó en primer momento pero segundos después me llegó a la cabeza un pensamiento. ¡Yo era el hombre del equipo! No estaba seguro de mi mismo de poder cumplir ese rol al 100%... suelo ser muy desconfiado o demás en varias ocasiones, pero aún así  pensaba dar lo mejor de mí. Por otra parte, analice durante un momento las ventajas y desventajas de nuestro equipo. Por una parte, en el equipo eramos 1 hombre y 2 mujeres, y ya saben la fama que tienen las mujeres respecto al correr y hacer cosas intrépidas... bueno, esas palabras no acordaban al perfil de Lucía, pues estaba seguro que ella corría y saltaba mas que yo, tenía mejor condición física  ademas que era una persona muy inteligente. Pero no podía decir lo mismo de Luz, no sabía exactamente como era en esos aspectos. ¿Podría ser una carga o una ayuda? Me negué a la respuesta de dicha pregunta, argumentando a mi cabeza que todo se basaba en trabajo en equipo. Era un poco graciosa la situación en la que me encontraba. Dos bellas mujeres en mi equipo, las dos grandes personas y compañeras, sin embargo, de una no sabía ni un octavo de lo que conocía a la otra. Suponía que los eventos que viviríamos en los próximos días nos harían conocernos mejor, y bueno, con Lucía, no sabía exactamente que podría esperar de todo esto... Me sonrojé un poco sonriendo. Estaba emocionado.

Los saludos terminaron, las risas y abrazos de igual forma. Eramos un equipo en el evento, como muchos otros. Nos dieron las indicaciones finales. Nos comentaron que habría peligros extra en el evento, pero nada imposible de superar. Nos pidieron nuestras mochilas, las cuales estaban llenas de víveres. Las regresaban vacías. Creo que iba en contra de las reglas llevar todo eso a la competencia. Todos miraban sus mochilas, se encontraban con solo una cosa de tantas que habían guardado. Al entregar la mía, la cual no tenía casi nada, solo pensaba en como nos arreglaríamos en dicho juego de supervivencia. Una mano me regreso mis pertenencias, las cuales ahora eran esa mochila y el pedazo de jamón que había conseguido en el almacén. Entré al área de inicio. "Al menos tenemos ese pedazo de comida para pasar estos primeros días" pensé. El juego dio inicio y todos tomaron caminos distintos en toda esa área de edificios. Era como una pequeña ciudad para todos nosotros y aquel evento...

(Suspiros. Miedo. Soledad. Desesperación.)


Había pasado una semana desde que dio inicio aquel evento. No sabía como habíamos podido sobrevivir esos días, pero habían sido fatales. Ahora todo cobraba sentido, no era un simple juego de buscar comida y refugio y dejar que los días pasaran. Esas extrañas criaturas se habían apoderado de toda la zona. Era imposible salir y andar por ahí sin toparte con alguno de ellos. Eran demasiados. Sus quejidos y ruidos alrededor de todo ese lugar no dejaban dormir en la noche. Algunos les llaman Zombies... otros Infectados. La verdad que me es indiferente como les llamaran, a mucha gente le gustaría vivir lo que yo vivía en esos momentos, pero una vez que lo experimentas, tu forma de ver las cosas es muy distinta. Para nada es como lo pintan los videojuegos, ustedes saben, de ir por ahí y matarlos para recorrer o viajar de un lugar a otro. Apenas y podemos conseguir unos cuantos utensilios para defendernos, los cuales no son muy efectivos.

Ignoraba como la pasarían los demás equipos en ese infierno en el cual nos hallábamos. Al ver la situación real y a nuestra horda de "invitados" muchos quisieron salirse del evento, tirando la toalla, pero sus súplicas fueron en vano. Los organizadores nos habían abandonado ahí a nuestra suerte. Por mi cabeza pasaba el hecho de que eramos una especie de experimento. Buscaban probar aquellas criaturas en nosotros. O tal vez simplemente eramos mera diversión para "los de arriba". Varias personas intentaron cruzar la barda de seguridad, la cual rodea el lugar, pero esta estaba electrificada y murieron en el intento. Era muy arriesgado aún así correr a una de estas. Del centro del lugar a la barda teníamos que recorrer al menos 3 KM. Huir no era una opción.

En esos días, encontramos a una niña pequeña, de entre 3 a 5 años, la verdad que ya no recuerdo su edad real. Ignorábamos como había llegado a ese lugar. Era rubia, de ojos claros, muy bonita. Claramente sabía la situación del lugar, y no se atrevía a hablar o hacer más solo lo necesario. No sabía nada acerca de sus padres o conocidos. Eramos su familia temporal en esos momentos. Luz la había encontrado, sola, escondida en un cuarto dentro de las instalaciones principales. Suponemos que la abandonaron ahí el día de inicio de todo este caos. Ella nunca nos dijo si era así que había llegado. Tal vez no quería decirnos, tal vez no lo recordaba, la verdad que no queríamos fastidiarla o asustarla si la llenábamos de pregunta. Nos reservamos nuestras dudas.

Ese día caminábamos en busca de un lugar donde refugiarnos, pues el anterior estaba plagado de ellos en los alrededores, y nos era difícil buscar suministros en el área. Solo era cuestión de tiempo para que nos encontraran. Con mucha cautela, caminábamos por las calles, para no llamar la atención. El ruido los llamaba, por lo cual no hablábamos mucho y nos comunicábamos mediante señas o susurros. De un momento a otro, uno de ellos se interpuso en nuestro camino, y tratamos de evitarlo rodeándolo  pero algo llamó su atención hacia donde estábamos y se percató de nuestra presencia. Se lanzó sobre Lucía, la cual corrió empujándolo  Eran ágiles, y fuertes. Era difícil abatir a uno de ellos. No quería imaginarme enfrentarme a un grupo, sería nuestra muerte. Me le lancé al igual que Luz. La niña pequeña que nos acompañaba, la cual no tenía nombre, gritaba. Tomé un palo de escoba que teníamos y se lo rompí en la cabeza. Este se rompió en dos, pero no fue suficiente para derribar al atacante. Este se me lanzo encima, a lo cual Lucía y Luz lo tiraron de los pies, y con un movimiento fuerte, una de ellas logró romperle una pierna. Me reintegré, Lucía tomó a la pequeña niña y corrimos. Los gritos de ellos estaban cerca, corrían hacia nuestra dirección. Desesperados, corrimos, tratando de evadirlos, esperando no encontrarnos con alguno. Entramos a un edificio grande y algo viejo, tomamos las escaleras y empezamos a subir. Pisos arriba, escuchábamos los quejidos de nuestros perseguidores en la planta baja. Sabían que estábamos ahí, pero no exactamente donde, nos buscaban... nos olían.

Llegamos al último piso, buscando donde ocultarnos. Ellos ya habían empezado a subir las escaleras velozmente. Para nuestra fortuna, la puerta de un departamento estaba abierta, a lo cual nos metimos dentro y cerramos. Pusimos el seguro de dentro y nos metimos a un rincón. Los cuatro estábamos asustados, nos quedamos en silencio, escuchando los ruidos de afuera... pisadas y gritos espantosos recorrían el lugar. Luz abrazo a la pequeña. Nadie se atrevió a levantarse. Nos juntamos como cachorros abrazándonos. Y así, pasaron minutos... horas... tal vez días...